sábado, 8 de enero de 2011

¿Qué tan delagada debo ser?

Para nadie es secreto que la televisión, los videos musicales, el internet y las publicaciones en la calle, influyen en la manera  en que las mujeres se ven a sí mismas.  Hay mucha presión alrededor por vernos siempre atrayentes y delgadas, y cuando no calzamos con las descripciones demandantes, nos deprimimos,  frustramos  o acomplejamos, y tratamos de presentarnos a los demás “ocultando” lo que creemos es necesario ocultar o “desaparecer” de nuestros cuerpos.

Así, un poco tardíamente, comenzamos a buscar consejos de adelgazamiento y recibimos toda clase de ellos.
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Entre estos consejos, que más de las veces provienen de “expertas” en la materia, ya sea por consultas médicas, de gimnasios, y buenas amigas, etc; es necesario recordar que:

TOMAR AGUA. Antes de cada comida. Aunque si bien es cierto que tomar agua provoca que se sienta una sensación de llenura, es IMPORTANTE  saber que el agua carece de los nutrientes que los alimentos proporcionan.

DIETAS  ESPECIALES. Como la de la sopa de tomate, de la piña, antidieta, de pura fruta etc. Causan efectos en el cuerpo como la carencia de proteínas, vitaminas o minerales. Algunas no proporcionan suficientes aminoácidos, ni ácidos grasos esenciales; y algunas al ser muy estrictas  y bajas en calorías producen en el cuerpo alertas  que le impiden gastar mayor energía.

Por tanto querida mujer, una alimentación balanceada significa comer todos los alimentos necesarios para estar sana y bien nutrida pero de forma equilibrada. A fin de mantenernos  saludables y en “forma” debemos consumir diariamente alimentos de los diferentes grupos: carbohidratos, proteínas, grasas no naturales, vitaminas y minerales y por supuesto mantenerse en ejercicio físico conforme a nuestro rendimiento.

Y aunque esta temporada no podamos “lucir” como quisiéramos, empecemos desde ya a buscar ese balance nutricional, que dará sus frutos para próximas temporadas.
Mujer cristiana recuerda lo que te dice Dios en Isaías 43:1:
 “así dice el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: No temas, que yo te he redimido;  te he llamado por tu nombre; tú eres mío (mía) porque te amo y eres ante mis ojos precioso(a) y digno  de honra (NVI)

Termino, tomando pensamientos de Natalia Acuña (traductora de Desarrollo Cristiano):
Como hijas del Dios viviente, nuestro valor integral es único, porque somos creación suya, somos su propiedad, somos preciosas y dignas para ÉL.
 Si la balanza dice 45 o 75 kilos; a Dios no le importa, lo que le importa es que busquemos Su Santidad. Entonces, la próxima vez que notemos que estamos demasiado preocupadas hasta la ansiedad, por nuestro peso, recordemos y hagamos nuestra esta verdad bíblica: “Dios cree que soy preciosa y digna de honra”.













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